martes, 3 de mayo de 2011

Entourage


Si no me equivoco fue Tevez en una entrevista con Susana Gimenez, en esa oportunidad el delantero del Manchester contó que cuando se fue a vivir a Inglaterra, se llevó con él a un par de amigos de su infancia. Susana lo miró extrañada, y el jugador dijo que lo hizo porque teniendo en cuenta que iba a vivir en un lugar extraño, en el que probablemente muchos se acercarían por interés, sus amigos eran un valiosísimo cable a tierra, y que con ellos podía disfrutar de todo lo que tenía. Ese mismo concepto es el de Entourage, una serie de HBO sobre Vincent Chase, un joven actor que cuando se muda a Hollywood decide llevarse a vivir con él a su hermano mayor y a sus 2 mejores amigos de la infancia, y en la meca del cine mantenerlos a todos juntos en una mansión enorme con el único propósito de estar rodeado de gente de su confianza. Claro, esta descripción hasta parece tierna, pero en realidad la serie es una seguida de fiestas, borracheras y excesos que sólo el lujo permite.

Ari como gatillo involuntario

El grupo lo completa Ari, el hiperquinético representante del protagonista desde el cual nace el gran atractivo de la serie, ya que partiendo de la figura del manager, Entourage comenzará a abrirse hacia distintos lugares impensados a priori. La comparación con Sex and the City resulta casi obligada. Ambas series son de HBO –lo cual significa una libertad creativa que expone a los guionistas a quedar en el papelón o a hacer historia-, ambas tratan sobre un grupo definido desde su sexualidad y, por último, ambas tratan sobre las vidas atoradas en un –provocado o involuntario- status quo. En el caso de Carrie y compañía, la serie se convirtió rápidamente en víctima de su propio triunfo, y Darren Star comprendió que, lamentablemente, el producto tenía éxito por las razones equivocadas. Pero lejos de escaparle a la fórmula, prefirió llevarla hasta sus últimas consecuencias, haciendo de Sex and the City una soap-opera con ínfulas feministas que quedaron en la calle luego del primer volantazo. Los personajes se achataron, el drama de cartulina terminó por imponerse y la serie perdió lustre –aunque nunca el público-. Y lo más grave: Sex and The city se olvidó de las mujeres reales (esas que aparecían hablando a cámara en la primer temporada) y ofreció sofisticación berreta de un supuesto contenido elevado que, a los papeles, se revelaba cada vez más pavote. Frente a este modelo está Chase con sus amigos, y para decirlo sin mucha vuelta: Entourage funciona porque explica el funcionamiento de Hollywood bajo mil capas la silicona, marihuana, autos, borracheras y el nivel más elevado de superficialidad que se vio en años.

Como Seinfeld

Al igual que la sitcom creada por Larry David y Jerry Seinfeld, Entourage comprende que para decir cosas hay que escribirlas por debajo de la mesa, preferentemente desde la burla, exhibiendo el costado más oscuro pero haciendo foco en que Hollywood es el mejor lugar para la joda. Como decía antes, la figura de Ari, el representante, es el vehículo que utiliza la serie como trinchera desde la cual revelar cómo se arma una película, quienes son los que REALMENTE toman las decisiones (la figura de un director respetado y de calidad en Entourage está más cerca del Jack Horner de Burt Reynolds que de Hawks) y cómo se construye la figura de la estrella. Al momento que la serie pareciera transformarse en una fiesta interminable, y cuando el espectador entiende que está viendo concretada la mayor fantasía masculina sobre la amistad y comprende que nunca nada va a salirle mal a ninguno de los protagonistas, la serie de forma oblicua denuncia los vicios de Hollywood, y no duda en hablar con en el mismo tono despreocupado tanto del enorme drama que significa “cruzar espadas” (aquí su significado) hasta de cómo el más miserable ejecutivo de un estudio puede estropear la película de un director talentoso, o archivar un proyecto jugoso con tal de darle más manija a la franquicia de turno. Acá es cuando Entourage hace justamente el camino inverso de Sex and The City, porque arranca de menos para convertirse en más. La serie se entiende a sí misma, y comprende que es insoportable pensar el eje desde la eterna joda de ser millonario en Hollywood, y que el programa debía utilizar esa máscara para convertirse en una serie política. Como un film de denuncia, Entourage es actualmente el mejor medio para saber de cine desde la televisión, para entender sus mecanismos y conocer sus miserias. Y todo desde la óptica del grupo menos sospechoso. Solamente por eso, Entourage aún existe, porque le escupen a todos los amargos ejecutivos que empobrecen el medio, pero nadie se queja, porque lo hacen desde la Mansión Playboy.

Abajo el adelanto de la tercer temporada:



Martín Fernandez Cruz

1 comentario:

  1. Como había prometido soy lector y no me desilusioné. Muy instructivo en especial porque aprendí sobre el perturbador concepto de Crossing Swords

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