domingo, 26 de junio de 2011

Gilmore Girls


Stars Hollow es un pueblo igual a cualquier otro. La iglesia, el restaurante, el supermercado, un negocio de antigüedades, todo con la plaza como centro. El café más rico está en Luke´s, el mejor combo de panqueques con chocolate, cereal, helado, lo que pidas lo tiene. Ojo, engorda. Sí, a partir del primer capítulo comienza la gula. Esas tazas grandes y coloridas, el humo del café recién hecho, los platos que van y vuelven mientras la vista se llena de hamburguesas, papas fritas, tortas y frutas. Y ahí, There she goes (el tema con el que arranca el piloto) , así empieza esta serie.

Lorelai (Lauren Graham) es una mujer de 32 años, gerenta del Independence Inn y madre de Rory (Alexis Bledel), de 16. Sí, fue madre adolescente, huyó de la casa de sus padres y se refugió con la dueña del hotel, en el que empezó a trabajar de mucama. Su madre y su padre, Emily (Kelly Bishop) y Richard (Edward Herrmann), pertenecen a la hight society y su tiempo se divide entre eventos solidarios y cenas con sus amigos. La madre es una ama de casa de alta alcurnia que pertenece a las Hijas de la Revolución Americana y dirige su casa y la agenda como una empresa.


Gilmore Girls es como Toy Story, se banca lecturas de chicos y grandes. Es la cebolla de las series: muchas maneras de verla, muchas probabilidades de repetirla pero una aclaración, no cae mal. Bah, a algunos sí pero todo no se puede. Un pequeño pueblo que se transforma en un lugar en el mundo para el espectador: el microcine en lo de Kirk, las asambleas (que remiten inmediatamente a las reuniones de consorcio), el eterno alcalde, las fiestas populares (y no tanto), el maratón de baile que dura un día completo.

En Gilmore hay casi mil alusiones al feminismo, la música, el cine y la literatura. La primera: Lorelai está tomando un café en lo de Luke, se acerca un hombre, le empieza a hablar de bla, bla, bla y le dice que está de camino y que tiene que ir hasta Hartford (referencia, está a unos 40 minutos de distancia). Ella le contesta: estás hecho todo un Kerouac.


Se nota la mano de su creadora Amy Shermann-Palladino durante seis años. David Rosenthal, el productor ejecutivo de la última temporada, continúa la misma línea. Aunque Shermann-Palladino en alguna oportunidad dijo que ella hubiese escrito otro final. Gilmore estuvo en el aire desde octubre de 2000 hasta mayo de 2007. Y ahora, se pueden ver los capítulos en el canal Boomerang, a la madrugada. El detalle, el doblaje al español es intolerable.

Mundo de mujeres

No hace falta que Las Chicas Gilmore agite la bandera feminista, tampoco que Michel, el conserje que habla como Pepe Le Pew diga que es gay. No tiene necesidad de tirarle en la cara nada, a nadie. Es una obra maestra que trata de la independencia y de evitar caer en facilismos, desde los mínimos detalles cotidianos hasta las decisiones más importantes.


Sookie (Melissa McCarthy), la mejor amiga de Lorelai y cocinera del Independence Inn, es un capítulo aparte. Ella es tierna, divertida, bastante distraída y cuando cocina en el restaurante, el hotel corre peligro. Otra vez la comida como vía para plasmar la amistad, el placer por el trabajo y el amor. Es impecable la construcción de Lorelai como personaje. Los hechos valen más que las palabras: a Lorelai se le rompe el jeep y rastrea uno igual para poder rearmarlo, aunque sale más caro que comprar uno nuevo. Para ella hasta las cosas más pequeñas tienen nombre, otro distinto, que las resignifica y las valora.

Gilmore Girls es una serie que cruza la vida de madre e hija durante siete años, la relación de Lorelai con sus padres. Un cheque que a cambio de la inscripción de Rory al colegio Chilton compra las obligatorias cenas de los viernes. Un vínculo que Emily siempre se asegura de retroalimentar, la manipulación como una enferma forma de cariño, la única que conoce o en la que más se siente cómoda. Aquí, una de las peleas de la reunión semanal.


Luke (Scott Patterson), el dueño del restaurante que incita a los espectadores a adquirir kilos de más, le agrega fidelidad y compañerismo. La mejor escena, la noche de karaoke en uno de los últimos capítulos.

Siete temporadas que retratan los sueños de Lorelai, la forma de concretarlos y su crecimiento emocional y profesional. Y cómo Rory se empeña en lograr sus objetivos, entre ellos, entrar a la Universidad(porque así se lo propuso de chiquita) y todos los momentos felices y las decepciones por las que pasa para ser la periodista que siempre imaginó.

Lo que más resalta es el ritmo de los diálogos, cuando Lorelai está en pantalla, todo toma la dimensión de la screwball comedy de mediados de los 30 - como Ayuno de amor-. Todo el tiempo se ríe del tan ponderado y vendido sueño de toda mujer: el vestido, la fiesta y la torta de casamiento con anillo incluído. Juega, lo manipula, lo da vuelta. Los hombres en la vida de las Gilmore Girls abundan. Las chicas se enamoran pero no pierden la cabeza. Salvo algunas excepciones. Igual, los que terminan soñando, son ellos.



Aclaración: por una cuestión de derechos no se pueden insertar los videos en este post.

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