
En breve, Natalia Ramari y Victoria Cotino invadirán el blog.
Si. Tuvimos mucho tiempo de ensayo. Fue ajustar casi al segundo toda mi voz con los movimientos de ella para que quedara perfecto. Era muy complicado hacer de Billy Flynn. Tenía unos pasos Tap arriesgados, mucha letra con textos legales, y aparte soy pésimo para estudiar libretos. Se presentaron los galanes más importantes de las telenovelas y los unitarios al casting, pero entré yo que mido un metro setenta y cinco. Además tenía compromisos asumidos para terminar una obra, y la producción me espero. No querían que otra persona lo hiciera y me siento honrado.
Tuviste la posibilidad de participar en Los Miserables, otro gran musical, pero a pesar de ser una producción extranjera el Thénardier que hiciste no fue igual que en otras versiones del mundo. ¿Te permitieron crear cuando lo compusiste?
Es el protagonista antagónico que hace descansar al público de tanta carga dramática que trae la obra. En las pruebas con Liliana Parafioritti, mi compañera en escena, nos divertíamos mucho. Entrábamos a destiempo, nos olvidábamos los parlamentos, éramos brutos y bestias y eso también formaba parte de los villanos. Básicamente eran tan mala gente que hacían reír. El director trabajó mucho conmigo, me decía que me tenía que permitir cantar grosero, ser obsceno y hasta sacarme un moco delante de todos los espectadores. En este caso me daban la posibilidad de actuar libremente mientras lo sintiera orgánico. Yo le encontré esa chispa, esa avivada porteña que colmaba de comicidad a la interpretación.
Disney es muy estricto con sus obras. Por eso cuando traen estos espectáculos viene un asesor de ellos y supervisa que todo este correcto, si no es así no se hace. Lo que cambia es el color de cada director. Para la mirada actual este papá era más estrafalario, un poco más apegado a sus inventos, pero siempre conservando esa cuestión amorosa con su hija. Estas producciones ya vienen enlatadas y no se puede modificar mucho. Tiene que ser igual que lo que se realizó en Broadway, Londres y Japón. Si bien yo volví a audicionar para realizarlo, no encarné al mismo viejo que la última vez, lo hice desde el inconsciente, pero gustó y quede otra vez.
Tu representación más aclamada en Eva, el musical, es aquel duelo de voces que realizabas con Nacha Guevara. Estabas completamente de espaldas al público, y discutías entonando uno de los temas más emotivos de la obra. ¿Cómo fue encarar ese acto?
Es una de las partes más complicadas de la obra, junto con la escena de la muerte. Trabajar la muerte y la pelea cantando es dificilísimo. Nacha es una mina muy fuerte arriba del escenario, su mirada es muy intensa. A veces me asustaba y me intimidaba. Me lo bancaba desde Mario, no desde Rodolfo. Yo creo que aunque estés encapuchado, a oscuras, atado de pies y manos, si tenés la posibilidad de hacer que ese don Dios te dio le llegue a los espectadores la tarea está cumplida. Escuchar ese sonido del aplauso final es conmovedor. Me emociono cuando recuerdo, y reafirmo mi teoría que más allá de las dificultades todo lo que está destinado va a ser para uno.
Cuando te reconocieron con el premio ACE, como Mejor Actor de Comedia Musical por Eva, después de agradecer confesaste que habías apostado más de 10 kilos de helados entre familiares y amigos que no lo ganabas. ¿Te tenias poca fe?
Las malas lenguas dicen que hay que hacer mucho lobby para llevarse estos galardones, y la verdad es que yo soy un despistado. No sabía ni quiénes eran los cronistas que oficiaban como jurado. Siempre estaba en las ternas y pero nunca era mío, entonces no me quería ilusionar mucho. También sé que a la hora de recompensar se mueven otras cosas. Esta fue una piza teatral que estaba muy ligada a la política, y eso costó que no estuviera nominada para otros premios. Pero finalmente se me dio. Juro que todavía debo los helados, pero cuando llegue el verano los voy a pagar, y con intereses...
La ama de llaves
Berta (Concheta Ferrel) es la única mujer que tolera con el pasar de los años a Charlie, la que más tiempo pasa junto a él. De pelo corto, gran contextura y voz gruesa, le limpia la casa y le lava la ropa con olor a puros y alcohol. Tiene mal carácter, no soporta a Alan pero siente algo de cariño por Jake. Vive en los suburbios de una ciudad alejada de California, pero jamás se queja. En una oportunidad, su hija embarazada cayó en las garras del desesperado soltero Alan.
Su vecina, la psicótica
Rose (Melanie Lynskey) es hija de un matrimonio millonario y está enamorada del protagonista. La primera impresión es de una chica dulce, simpática y alegre. Al pasar los episodios, comienza a cometer actos de locura, como trepar el balcón para meterse en la casa de Charlie y como viajar a Inglaterra para perseguirlo y buscar que no se case con su novia de ese entonces. En su mundo paralelo, cree que es siempre bienvenida.
La madre desalmada
Ella es la famosa Holland Taylor, pero en la serie es la mamá de Charlie y Alan. No sabe ser madre, no le gusta ser abuela. Trabaja como corredora de bienes raíces y nada le importa más que el sexo y el dinero. Sus hijos buscan algo de cariño de su parte pero la comicidad de su personaje se basa en la falta de afecto que le a su familia.
A pesar de que la historia de la serie es la antes descripta, todo va a cambiar a partir de este año. A la Argentina todavía no llegaron novedades, pero ya comenzaron los capítulos en los que Charlie Sheen no va a ser parte. Por un conflicto confuso con Warner Bros, la productora del programa, se desvinculó por completo y los rumores dicen que buscarán la manera de matar al personaje del soltero codiciado. En su reemplazo aparecerá el joven actor Ashton Kutcher, quien será el nuevo inquilino de la mansión Harper, donde se supone que cobrará protagonismo.
Se sabe que nada volverá a ser lo mismo. El nombre "dos hombres y medio" no tendrá sentido alguno, y la huida de Charlie hará que la trama de los hermanos en constante conflicto de convivencia deberá cambiar por completo. Habrá que esperar y ver de qué manera se las arreglarán los guionistas y creadores para continuar con esta serie que comenzó sencilla, que más tarde alcanzó el máximo éxito y que finalmente tiene un destino poco cierto.
Flashforward, una historia en la que el protagonista principal es el elegido para resolver un problema mundial. Sin importar cuánto arriesgar, o qué perder, Mark Benford, agente del FBI, cumplirá ese rol. Eso, o morir en el intento.
Benford (Joseph Fiennes) se encuentra junto a su compañero coreano, Demetri Noh (John Cho), siguiendo ocultamente a tres sospechosos de terrorismo. Durante la persecución es cuando el mundo entero se detiene: todas las personas se desmayan, literalmente. No se discrimina sexo, religión, oficio… nada. Por supuesto, los que conducían medios de transportes y se encontraban circulando, fueron víctimas de accidentes de tránsito –los desmayos ocurrieron, pero las máquinas siguieron en funcionamiento- . Surfistas y nadadores, ahogados. All inclusive, la vida humana tuvo un paréntesis el 6 de octubre de 2009, durante 2 minutos y 17 segundos.
Al reunirse Benford y Noh con el resto de los federales, caen en la cuenta que, mientras sufrieron los desmayos, tuvieron una especie de “sueño”. Pero fue algo más vívido que eso, casi real, y todas las imágenes se referían a la noche del 29 de abril de 2010, exactamente seis meses a partir de esa fecha.
En su flashforward, Benford pudo ver que trabajaba directamente sobre los puntos vitales de una investigación que, casualmente, intenta desentrañar las operaciones de la organización que produjo ‘el apagón’.
Aquí es el momento de cargarse la responsabilidad sobre su espalda y crean una red social mundial llamada Mosaico, por lo que todas las personas del planeta comparten sus visiones y lo ayudarán en la búsqueda de pistas para su caso. Pero hay personas que no tuvieron visiones de su futuro –el caso más cercano es el del agente Noh- y llegan a la conclusión de que, lamentablemente, no llegarán vivos al día D. Y no todos los flashforward que llegan a manos de Benford son favorables ni lo impulsan en su búsqueda, como el de su pareja, Olivia, que vio su futuro compartiendo su cama con otro hombre, y el más frustrante de todos, el de su hija Charlie, quien tuvo la visión de dos agentes de la CIA: uno comunicándole a otro que el propio Benford estaba muerto.
La cuenta contrarreloj ya comenzó, el departamento antiterrorismo del FBI tendrá que apresurarse para dar con los culpables y así evitar un nuevo apagón. Benford tendrá que adelantarse a los hechos por un laberinto de engaños y corrupciones; el agente Noh deberá hacer lo propio para evitar su muerte, y toda la humanidad tendrá que confiar en ellos para que no vuelva a ocurrir otra catástrofe como la del 6 de octubre. Eso, o morir en el intento…