domingo, 3 de julio de 2011

Don en la nueva década

La decadencia del modelo fue inmediatamente percibida por la juventud. Los beatniks, el bebop y las drogas fueron símbolos de una nueva generación que desechó por completos esos valores superficiales impuestos en los cincuenta. Y Mad Men, con sus protagonistas de traje y anclados en familias establecidas, pegó el salto temporal con seguridad y presentó nuevos personajes secundarios que representan esa nueva camada.

Don guarda un secreto, parte de su personalidad está escondida en el cajón del escritorio de su casa. Una parte de su ser que lo agobia, lo encarcela y lo aleja de Betty. Draper enfrenta un divorcio y, como se mencionó antes, abre una nueva empresa como socio fundador junto a Sterling y a Cooper. Esta vuelta no tiene que ver con un giro en el guión, sino con reflejar esa nueva década, en la que las grandes firmas de publicidad se venían abajo para ser reemplazadas por empresas pequeñas, mucho más arriesgadas en sus ideas.


La reconstrucción histórica, la ambientación y el vestuario son impecables. Todo el paquete viene envuelto en protagonistas carismáticos sumergidos en un período que más de una/uno hubiera querido vivir.

Don es un personaje que tiene mil aristas. El espectador no espera que alguien tan atractivo, trajeado de esa forma, con tanto pelo engominado y esa elegancia al caminar, al meterse las manos en los bolsillos, al respirar, sea el mismo que tiene esas reacciones opacas, detestables y poco amables. Don es tan imprescindible para la serie, como Mad Men para sus espectadores.





Primera nota: Don Draper a través de su trabajo

Segunda nota: Don a través de su familia

El vestuario

Para saber más de la serie

¿Qué Mad Men sos?

¡Madmenizate!

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