martes, 5 de julio de 2011

Rodolfo Valss: El arte de contar cantando


Viviendo sus cuarenta y once inviernos, Valss se define a sí mismo como “terriblemente tímido”, pero eso no le impidió representar más de cuarenta papeles en las comedias musicales más importantes que desembarcaron en Argentina. En televisión fue la voz en off de Gran Hermano, y el coach querido de Operación Triunfo. Con sus más de treinta años de trayectoria alcanzó el máximo reconocimiento cuando se alzó con el premio ACE, por su interpretación de Mario, en Eva, hace dos años.


Se recuerda mucho tu escena en Chicago cuando personificando al abogado, tenías que sentar sobre tu falda a Alejandra Radano y jugar a que eras una especie de titiritero. Vos cantabas en vivo y ella movía la boca. ¿Practicaste mucho para lograr esa sincronización?

Si. Tuvimos mucho tiempo de ensayo. Fue ajustar casi al segundo toda mi voz con los movimientos de ella para que quedara perfecto. Era muy complicado hacer de Billy Flynn. Tenía unos pasos Tap arriesgados, mucha letra con textos legales, y aparte soy pésimo para estudiar libretos. Se presentaron los galanes más importantes de las telenovelas y los unitarios al casting, pero entré yo que mido un metro setenta y cinco. Además tenía compromisos asumidos para terminar una obra, y la producción me espero. No querían que otra persona lo hiciera y me siento honrado.

Tuviste la posibilidad de participar en Los Miserables, otro gran musical, pero a pesar de ser una producción extranjera el Thénardier que hiciste no fue igual que en otras versiones del mundo. ¿Te permitieron crear cuando lo compusiste?

Es el protagonista antagónico que hace descansar al público de tanta carga dramática que trae la obra. En las pruebas con Liliana Parafioritti, mi compañera en escena, nos divertíamos mucho. Entrábamos a destiempo, nos olvidábamos los parlamentos, éramos brutos y bestias y eso también formaba parte de los villanos. Básicamente eran tan mala gente que hacían reír. El director trabajó mucho conmigo, me decía que me tenía que permitir cantar grosero, ser obsceno y hasta sacarme un moco delante de todos los espectadores. En este caso me daban la posibilidad de actuar libremente mientras lo sintiera orgánico. Yo le encontré esa chispa, esa avivada porteña que colmaba de comicidad a la interpretación.


En una entrevista comentaste que habías modificado a Maurice en La Bella y la Bestia por indicaciones que imponía la nueva dirección del musical. Considerando que no es el primer personaje que reinterpretas ¿Tenes una necesidad de reinventarte para no aburrirte?

Disney es muy estricto con sus obras. Por eso cuando traen estos espectáculos viene un asesor de ellos y supervisa que todo este correcto, si no es así no se hace. Lo que cambia es el color de cada director. Para la mirada actual este papá era más estrafalario, un poco más apegado a sus inventos, pero siempre conservando esa cuestión amorosa con su hija. Estas producciones ya vienen enlatadas y no se puede modificar mucho. Tiene que ser igual que lo que se realizó en Broadway, Londres y Japón. Si bien yo volví a audicionar para realizarlo, no encarné al mismo viejo que la última vez, lo hice desde el inconsciente, pero gustó y quede otra vez.

Tu representación más aclamada en Eva, el musical, es aquel duelo de voces que realizabas con Nacha Guevara. Estabas completamente de espaldas al público, y discutías entonando uno de los temas más emotivos de la obra. ¿Cómo fue encarar ese acto?

Es una de las partes más complicadas de la obra, junto con la escena de la muerte. Trabajar la muerte y la pelea cantando es dificilísimo. Nacha es una mina muy fuerte arriba del escenario, su mirada es muy intensa. A veces me asustaba y me intimidaba. Me lo bancaba desde Mario, no desde Rodolfo. Yo creo que aunque estés encapuchado, a oscuras, atado de pies y manos, si tenés la posibilidad de hacer que ese don Dios te dio le llegue a los espectadores la tarea está cumplida. Escuchar ese sonido del aplauso final es conmovedor. Me emociono cuando recuerdo, y reafirmo mi teoría que más allá de las dificultades todo lo que está destinado va a ser para uno.


Cuando te reconocieron con el premio ACE, como Mejor Actor de Comedia Musical por Eva, después de agradecer confesaste que habías apostado más de 10 kilos de helados entre familiares y amigos que no lo ganabas. ¿Te tenias poca fe?

Las malas lenguas dicen que hay que hacer mucho lobby para llevarse estos galardones, y la verdad es que yo soy un despistado. No sabía ni quiénes eran los cronistas que oficiaban como jurado. Siempre estaba en las ternas y pero nunca era mío, entonces no me quería ilusionar mucho. También sé que a la hora de recompensar se mueven otras cosas. Esta fue una piza teatral que estaba muy ligada a la política, y eso costó que no estuviera nominada para otros premios. Pero finalmente se me dio. Juro que todavía debo los helados, pero cuando llegue el verano los voy a pagar, y con intereses...

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